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¿Porqué hay tantos Laparocerus? El enjambre de 261 especies y subespecies presentes en Madeira, Salvajes y Canarias suponen el resultado de un proceso combinado de evolución adaptativa y geográfica en archipiélagos volcánicos antiguos, que cuentan con muchas islas compartimentadas ecológicamente y sujetas a una dinámica de construcción y desmantelamiento. Una minuciosa prospección a lo largo de veinte años y los análisis filogenéticos basados en el ADN revelan la monofilia del grupo, sus relaciones internas y las rutas más plausibles de colonización, que comenzó en el Mioceno tardío. A lo largo de unos 9 millones de años las sucesivas radiaciones evolutivas generaron varios subgrupos monofiléticos, 25 en total, que ahora se reconocen como subgéneros de Laparocerus. Las rutas de colonización, cambios de hábitats, poblaciones aisladas por el volcanismo, dispersión por megadeslizamientos y otros factores importantes en la especiación, se discutidos en detalle. Los Laparocerus son coleópteros incapaces de volar y la mayoría de los taxones son exclusivos de una sola isla —diecisiete en total— habiendo ocupado prácticamente todos los hábitats, desde los matorrales costeros hasta el bosque esclerófilo, la laurisilva (bosque de nieblas), los pinares, el matorral de cumbre y el medio subterráneo (incluidos los tubos volcánicos). Reflejan así una extraordinaria plasticidad morfológica y ecológica. Solo dos especies habitan el noroeste de África, el continente más próximo, pero se trata de una retrocolonización desde Canarias. La isla más rica es Tenerife (2034 km2) con 68 especies y subespecies. En general existe una proporción de un Laparocerus endémico por cada 31 km2, récord no alcanzado por ningún otro grupo animal ovegetal en la Macaronesia. Si las islas oceánicas han sido consideradas tradicionalmente como laboratorios de la evolución y “máquinas de producir especies”, los Laparocerus se perfilan como un grupo modelo ideal para profundizar en los fenómenos de dispersión y especiación de todo tipo. Un grupoasí ofrece una imagen de grano fino de la evolución enmarcha. Para facilitar estos estudios, el presente libro de A. Machado aporta una revisión taxonómica completa del género Laparocerus, con descripción de las 264 especies y subespecies —duplicando el número de las previamente conocidas—, con claves de identificación, 374 macrofotografías de los imagos, 50 láminas con dibujos de las genitalias y otras piezas internas y 47 mapas de distribución. También incluye un detallado estudio morfológico (13 láminas) de una especie, incluidos los estadios preimaginales; así como capítulos dedicados a la biología reproductiva, ecología (plantas alimenticias, hábitats, etc.) y comportamiento. En resumen, su historia natural. El autor espera que en el futuro próximo los Laparocerus acaben por compartir el podio de los estudios de evolución insular con los pinzones de Darwin o las Drosophila.